ACADÈMIA MARIANA

16 maig 2014
Categoria/es: Acadèmia Mariana

MES DE MARIA. Flores del mes de Mayo (del día 16 al 23)

 

 

 

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          Día dieciséis

 I. Boca de lobo y némoras, y…

1. Estas flores no tienen olor, pero embellecen el jardín, y juntas a las odoríferas, suplen lo que a éstas falta, y por lo mismo que no reúnen en sí todas las perfecciones de una flor, no sirven más que para adorno en nuestros ramilletes y jardines.

II. La veracidad, la amistad o afabilidad y la liberalidad

2. La veracidad es una virtud que consiste en presentarse delante de los hombres en dichos y hechos tal como uno es en sí. Se le opone la mentira y la hipocresía.

La afabilidad es una virtud por la que el hombre se conduce de un modo digno y decoroso con los demás en su trato y comunicación.

La amistad es otra virtud de la justicia, por la que un amigo guarda para con el otro los secretos y las confidencias, lealtad y fidelidad.

La liberalidad es una cualidad buena que mueve a guardar un justo medio entre la disipación de los bienes y su retención y acumulación.

III. Estas virtudes en María

3. 1ª. Fue veraz, simple, sin ficción ni hipocresía: dijo siempre verdad, no dijo jamás mentira, ni negó la verdad.
   2ª. Fue dulce, tratable, amabilísima, afable, fiel, leal, y en las comunicaciones con sus vecinos guardó siempre decoro y dignidad.

IV. Presentación a María de estas flores

4. Todas las virtudes son necesarias y se han de practicar cuando llegue la ocasión.

¿Eres veraz? En el trato con los demás hombres ¿eres blando, dulce y afable? o bien ¿eres feroz, bárbaro, cruel, de mala gracia, iracundo, embustero, hipócrita, infiel, traidor? ¿guardas con los amigos fidelidad? o bien ¿abusas de sus secretas confidencias? En la administración de los bienes de fortuna ¿eres avaro o pródigo? Piénsalo bien, medítalo bien.
María te pide hoy estas flores; cógelas, y al entregarlas dile:

Presentación de las flores:

ORACIÓN. Recibid, Señora, estas flores como una muestra de mi veracidad, de mi afabilidad y de mi liberalidad. Yo os prometo ser en adelante veraz, afable, tratable y liberal. Aceptad, Señora, estos mis votos, y haced que se cumplan en mí y por mí.

inici

          Día diecisiete

I. Los claveles

1. Después de las rosas y lirios síguense entre las flores aromáticas los claveles. Son plantas muy comunes, fáciles en su cultivo, florecen en todas las estaciones del año; varias en sus colores, y abundan en sus productos. Su olor es de un gusto muy delicado.

II. La fortaleza

2. La fortaleza es la tercera entre las virtudes cardinales. Tiene a su servicio la magnanimidad y la magnificencia, la paciencia y la perseverancia.

Tiene en las batallas dos actos, que son: acometer y sostener hasta la muerte el terreno conquistado. Adelanta y no retrocede, hace guerra ofensiva y defensiva.

Propuesto el bien que se ha de practicar, los medios y modos por la prudencia; en el ejercicio, en el acto, en la práctica, la fortaleza le sostiene firme, inmóvil, invariable y constante hasta el fin, hasta la muerte.

La clavelina, una vez puesta en el jardín, se sostiene contra la intemperie de los tiempos y en medio de todas sus vicisitudes da claveles en todas las estaciones del año.

Pertenece a esta virtud y a sus dependientes el don de fortaleza.

III. La fortaleza en María

3. María dio pruebas de su fortaleza en todo el curso de su vida, pero especialmente en la pasión de su Hijo.

IV. [sin título]

4 Entra en el jardín de tu alma, y ve si están floridas las clavelinas. Examina tu corazón.

Propuesto el bien, resuelto a practicar tal o cual otra virtud, en la ejecución ¿eres firme, leal, constante? Venida por causa de tu virtud la persecución y la contradicción ¿qué haces? ¿desfalleces? ¿retrocedes? Revístete de valor, de fuerza y de ánimo; acomete con resolución cuantos actos te proponga y mande ejecutar tu prudencia en orden a la vida; ordena a Dios tu vida, y, planteado el orden, sosténle, y lucha con los obstáculos hasta vencerlos: coge tu flor, y al ofrecer a tu Reina tus propósitos, le dirás:

Presentación del clavel a María.

ORACIÓN. Señora: Ahí está la flor de este día: es un clavel en ramillete. Os lo presento como símbolo de un propósito que he concebido, y es el de poner orden a mi vida, un orden a mis acciones, aquel orden que me dicta la conciencia, y el de mantenerle en medio de las vicisitudes y contratiempos de este mundo, y perseverar en él hasta la muerte. Seré fuerte con la fuerza que espero recibir de Dios por vuestra mediación. Aceptad esta flor.

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          Día dieciocho

I. Claveles en ramillete

1. Entre las varias especies de clavelinas hay una que florece todas las estaciones del año, saca sus varitas rectas, produce sus tallos con una piña de botoncitos, y éstos, cuando revientan, forman un ramillete. Si bien no son tan grandes como otros de su especie, pero tienen el don de abrirse muchos a la vez en una misma piña: su olor es especial.

II. La magnanimidad y la magnificencia

2. Ordenada la vida según Dios y en Dios, y sentado el orden, se ha de preparar el ánimo para dos actos, el uno es ejecutar lo que la ley manda, Dios inspira y la conciencia dicta, y el otro sostener con constancia y firmeza y con ánimo invicto, el orden puesto a nuestra vida en medio de las batallas, contradicciones y oposiciones que encuentra de todos lados la virtud; y estos actos pertenecen a la magnanimidad. Es una virtud que nos da un corazón grande, infractible, capaz de emprender cuanto Dios le ordene. El decaimiento de ánimo, un abatimiento de fuerzas morales o la pusilanimidad, mata el alma.

Si las empresas que Dios ordena traen consigo gastos de mucha consideración, en su ejecución necesitamos otra virtud compañera de la magnanimidad, y es la magnificencia.

III. Estas virtudes en María

3. María fue magnánima en toda su vida. Nos vio perdidos a todos, propuso en su ánimo salvarnos; perseveró en su propósito y lo consiguió. En la muerte de su Hijo stabat mater recibió en su corazón los golpes terribles que caían sobre su Hijo; la lanza traspasó su alma y no se intimidó, ni se acobardó, ni desfalleció.

IV. Claveles a María en ramillete

4. Después que has prometido y resuelto y propuesto practicar la virtud, venida la ocasión, en tiempo de pruebas, de tentación y de contradicción, ¿cómo te portas? ¿decae tu ánimo? ¿te desalientas? ¿desmayas y desfalleces? Tu corazón ¿se mantiene siempre abierto, siempre grande, invicto, firme, invulnerable? Medítalo bien, y guárdate de la pusilanimidad y del apocamiento espiritual: coge esta magnanimidad y al dar a María tu flor, dile:

Presentación de la flor.

ORACIÓN. Magnánima Judit: Recibid la flor de hoy, es el clavel ramillete, emblema de mi magnanimidad. Yo os prometo, yo propongo guardar entero, sincero nunca abatido, decaído ni pusilánime mi ánimo en tiempo de prueba y de tentación. Unid mi ánimo al vuestro, y será siempre magnánimo. A vuestro cuidado y solicitud maternal fío mi clavelina.

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          Día diecinueve

I. Malva-rosa y de olor, y la pasionaria

1. La pasionaria es una flor que se abre en mayo, y nos descubre la figura de una corona de espinas, cinco llagas, y tres clavos sobre una estrella de diez rayos y la hoja tiene el número siete; pero de por sí no puede formar ramillete porque le falta olor. La juntaremos con la malva-rosa, y la de olor con sus especies.

II. La paciencia

2. Puesto el hombre en marcha por el camino de la virtud, ha de sostenerse en medio de las pruebas, tribulaciones y contradicciones, firme, fuerte, leal, invariable. Sostener, aguantar, soportar y sufrir las penas y persecuciones que por causa de la virtud nos vienen, es cosa de la paciencia.

La pasión nuestra, sufrida por Dios, es una flor.

La malva-rosa es otra flor: su hoja es muy dulce y suave… la pena se convierte en consuelo y es suave la carga cuando se lleva por Dios.

La malva, en varias de sus especies, despide una fragancia muy delicada, fina y suave cuando se aplasta, se comprime y se aprieta. Así es la virtud de la paciencia; si la pena, la tribulación y la persecución la toca, la muele y la pisa, es precisamente en la presión que llena el jardín de un perfume muy aromático y de gusto muy suave.

III. La pasión, o paciencia de María

3. María en su pasión nos presentó una hermosa flor: tres clavos, cinco llagas, una corona de espinas son los adornos de ésta y, en su pena y en la opresión y presión de su corazón, llenó al mundo todo de fragancia suavísima, procedente de una paciencia a toda prueba.

IV. La pasionaria y la malva a María

4. Venida la tribulación y la persecución, ¿la recibes con ánimo igual, invariable, inmutable y firme?; cuando te tocan, cuando te pisan, cuando te comprimen ¿prorrumpes en quejas y en murmuraciones? ¿o bien, despides el olor suave y dulce de la paciencia? ¿llaga la prueba? ¿te abres y ofreces en flor, clavos, llagas y coronas? ¿o bien te erizas como el espinal? Piénsalo bien, medítalo bien; y coge la pasionaria y la malva-rosa y, al ponerla en manos de María, le dirás:

Presentación de la flor.

ORACIÓN. Señora: Os ofrezco la pasionaria como señal de mi resignación en sufrir. Yo me obligo y comprometo a tomar voluntariamente, de buen grado y gusto las penas, las contradicciones y las tribulaciones. Presentad mi pasión a vuestro Hijo y cuidad de mi pasionaria.

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          Día veinte

 

I. Clavel color blanco salpicado carmesí y la zamba

1. La zamba es una yerba cultivada en todos los jardines como odorífera y muy aromática. No tiene flor, pero unida a la familia de los claveles, los adorna, y éstos la embellecen a ella.

II. La perseverancia

2. Si las penas y contradicción, que por causa de Dios y de la virtud nos vienen, son de larga duración; si continúan hasta la muerte, para perseverar en la presión de las pruebas hasta morir, necesitamos otra especial virtud perteneciente a la fortaleza y se llama perseverancia.

El martirio es su acto principal y el más noble y heroico, y es sufrir con firmeza hasta dar la vida por Dios. Hay claveles que se presentan de color blanco, salpicados de sangre; éstos son los más propios para simbolizar esta virtud; pero como en la presión y en la tribulación se hacen actos de ella, necesitamos otra yerba que dé sus perfumes cuando la pisen y compriman: tal es la zamba (toronjina); y por esto forma con claveles un hermoso y fragante ramillete.

III. La perseverancia en María

3. Desde su inmaculada concepción hasta la encarnación sufrió porque nos veía sin redención. Bajado a su seno puro y virginal el Redentor, sufrió la persecución por causa de su Hijo. Muerto Jesús, sufrió la persecución que vino sobre la Iglesia, recién nacida, y sufrió con igualdad de alma hasta la muerte y sufrió por nosotros un martirio espiritual que duró toda su vida, y le sostuvo con un ánimo siempre grande, varonil y heroico.

IV. [sin título]

4. Una pena prolongada muchos años y durante la vida entera del hombre, pone en último apuro y apura su paciencia; prueba su constancia, su firmeza y su valor.

Examina bien tu conciencia, y ve qué haces, y cómo te portas en la prolongación de una tribulación venida por causa de la virtud. ¿Vuelves atrás? ¿aflojas? ¿reniegas del bien principiado? ¡Ah! no busques esta flor sino en un jardín bien cuidado y cultivado. Venida la tribulación, y prolongándose ésta, ¿eres constante y lo fueras hasta morir? Medítalo bien y si no estás en esta buena disposición, te falta esta virtud; búscala, prepárate con tiempo y al presentar tu flor dirás a tu Reina:

Presentación de la flor

ORACIÓN. Señora: Ahí tenéis mi ramillete como señal de mi firmeza y constancia en sufrir y sufrir hasta dar la vida por Vos. Mi vida os pertenece y mi sangre; os la ofrezco. Yo os prometo perseverar firme en vuestro servicio hasta la hora de mi muerte. Aceptad mi ofrenda.

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